Hay algo increíblemente poderoso en esta frase de Nikita Gill: “Deja que duela. Deja que sangre. Deja que sane. Y déjalo ir.” Si lo lees rápido, puede sonar como instrucciones para sobrevivir a un desamor… o quizás un manual de primeros auxilios emocionales.
Es cierto que en algún momento todos hemos pasado por alguna situación que nos ha roto por dentro. A veces tratamos de evitarlo, como quien evita una fiesta incómoda. Pero el dolor emocional no es un invitado que puedes ignorar o bloquear; insiste, se queda hasta que le hagas caso. Y si tratas de huir de él, ¡sorpresa! Te sigue a donde vayas.
La clave está en el proceso: dejar que duela, sin intentar adormecerlo; dejar que sangre, sin tratar de esconderlo; dejar que sane, porque sanará con el tiempo; y, finalmente, aprender a soltar. No es que te vuelvas un experto en olvidar, sino en vivir y sanar a pesar de las heridas. De eso se trata, de ir aceptando que algunas cosas no se pueden cambiar, pero se pueden superar.
En honor a este tema, me viene a la mente la canción “Vivir mi vida” de Marc Anthony. Es un himno al proceso de soltar, de vivir el presente y de enfocarse en la alegría, aunque sea difícil. En el coro, Marc canta “a reír, voy a bailar, vivir mi vida la la la la.” Esta canción es como un recordatorio de que después de que sanamos, siempre viene algo bueno, algo que vale la pena.
Así que, si estás en ese punto en el que el dolor se siente como una espina en el corazón, recuerda: deja que duela. Pero también permite que pase. Que sane. Y, como un suspiro al viento, déjalo ir.
Consejo final: Haz tu propia playlist de canciones que te hagan sentir vivo/a. Empezando, claro, con “Vivir mi vida.” Porque a veces, soltar es cuestión de ritmo.
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