Hay algo increíblemente poderoso en esta frase de Nikita Gill: “Deja que duela. Deja que sangre. Deja que sane. Y déjalo ir.” Si lo lees rápido, puede sonar como instrucciones para sobrevivir a un desamor… o quizás un manual de primeros auxilios emocionales. Es cierto que en algún momento todos hemos pasado por alguna situación que nos ha roto por dentro. A veces tratamos de evitarlo, como quien evita una fiesta incómoda. Pero el dolor emocional no es un invitado que puedes ignorar o bloquear; insiste, se queda hasta que le hagas caso. Y si tratas de huir de él, ¡sorpresa! Te sigue a donde vayas. La clave está en el proceso: dejar que duela, sin intentar adormecerlo; dejar que sangre, sin tratar de esconderlo; dejar que sane, porque sanará con el tiempo; y, finalmente, aprender a soltar. No es que te vuelvas un experto en olvidar, sino en vivir y sanar a pesar de las heridas. De eso se trata, de ir aceptando que algunas cosas no se pueden cambiar, pero se pueden superar. En honor a e